Me despierto por la noche de una pesadilla, tengo la cara empapada pero son las lágrimas las causantes y no el sudor. Con las lágrimas todavía recorriendo mi cara el sol comienza a salir, escucho el timbre de la puerta y bajo los escalones de dos en dos. Abro la puerta y ahí estás tú, esperando a verme. Todo a mi alrededor cobró menos importancia, lo importante es que estabas tú conmigo y no me podía pasar nada.
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