Yo te llevo el desayuno a la cama (no digo una vez, ¿eh? digo tooodos los días de mi vida). ¿Fútbol? Lo justo: algún partidillo... poco más. Y te prometo que jamás tendré tripa. A cambio de eso, no te pido nada. Simplemente, que estés conmigo. Ese es el trato.
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